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La senectud

  No me sorprende estar buscando las llaves cuando las tengo en la mano, tampoco me aterroriza el no saber a qué fui a la tienda de la esquina; me toca regresar de nuevo y en un acto de constricción regresar a la casa y allí en medio de las brumas del olvido recordar de nuevo el objeto de necesidad.   Muchas veces he hecho movimientos cerebrales que no coinciden con la respuesta aletargada de mi desgastado cuerpo; el resultado son movimientos toscos que logro realizar para no perder el equilibrio. Ha empezado el agreste e intransitable camino a la senectud. No busco caminos extensos por recorrer; prefiero tomar atajos y buscar senderos sombreados para descansar a la  vera cuando llegue el cansancio. Mis amigos cada vez son menos, prefiero a los más parcos y reflexivos;  escapo de los bulliciosos e intrascendentes. Me refugio en la soledad de mis reflexiones. La vida del ermitaño me espera. No emprendo proyectos a largo plazo sino que realizo acciones cotidianas porque no se, si mi gast

El Leviatán, el malvado monstruo que el hombre parió.

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  Malditos sean los que maldicen el día, los que se preparan para despertar al Leviatán. (Job 3:8) Adolf Eichmann, en el juicio por crímenes de guerra en Jerusalén, se mostró tranquilo y su rostro no mostró los gestos de arrepentimiento que suelen mostrar algunos asesinos cuando son capturados. El Generalísimo Franco era un católico ferviente y un marido domesticado devoto de sus hijos. Álvaro Uribe, el expresidente colombiano, es fotografiado con sus nietos y a todos nos conmueve verlo galopar en sus finos caballos en compañía de los infantes mostrando a un tierno abuelo dedicado a ofrecer a su descendencia los cuidados más tiernos que un el patriarca puede ofrecer; sin embargo, fue el autor intelectual del más aberrante acto de exterminio en contra de  inocentes que aparecían ejecutados con tiros de gracia y disfrazados de combatientes para luego ser fotografiados como bajas en combates que sólo se desarrollaban en escenarios teatrales donde los muertos eran los protagonistas apareci

La muerte de Luis Alfonso León Pereira.

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  Tres días antes de su asesinato, la muerte se le había anunciado en plena eucaristía ataviada con andrajos y  descalza; gritando para que todos los feligreses escucharan su proclama maniquea; ‘Yo soy Dios y tú eres el demonio”.   Eran las palabras de Deiby José Banqueth Julio, un malviviente que había llegado hacia cuarenta días a Montería siguiendo los entroncados caminos del destino que ya habían determinado que el amado sacerdote debía morir por sus manos en los pasillos de la casa cural de la parroquia de Santa maría madre. Había entrado a la iglesia en plena eucaristía, poseído por los vapores alucinantes de las drogas más baratas que solo consumían quienes se encontraban en la última etapa de autodestrucción; con aptitud de profeta señaló al sacerdote,  quién impávido escuchaba las sentencias del intruso quien desde el pasillo central lo miraba con aires de inquisidor y se proclamaba a sí mismo como el dios supremo. Muy pronto una patrulla de policías lo  retiró sin violencia; 

Porque los dioses claman por sangre.?

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Los más hermosos infantes eran escogidos entre muchos para ser  conducidos a lo más alto de las montañas Peruanas para ser sacrificados, y sus tiernos cuerpos momificados para ser ofrecidos  al gran Dios Viracocha. Todo indica que el sacrificio se hacía con el beneplácito de los orgullosos padres que donaban a sus críos en un  gesto de apaciguamiento divino para congraciarse con el Dios de los incas, eran los capac cocha, las grandiosas fiestas de tres meses en dónde los incas comulgaban con su Dios. No muy lejos de ahí, los aztecas llegaban a sacrificar a más de veinte mil personas en un acto solemne de apaciguamiento a sus dioses Huitzilopochtli (dios de la guerra), Quetzalcóatl (la serpiente emplumada, un héroe cultural, descubridor del maíz), Tlaloc (dios de la lluvia) y Coatlicue (diosa tierra, madre de Huitzilopochtli); ríos de sangre eran vertidos desde lo más alto del Macuilcalli; monumento sagrado por donde corría cuesta abajo la sangre de los sacrificados. Los griegos y roman

Juancho Polo Valencia y su filosofía Nihilista.

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  Juan Polo Valencia es sin duda el filósofo más popular de Colombia,  sin siquiera haber llegado jamás a las aulas universitarias en dónde se enseña y aprenden las más complejas meditaciones que el hombre se ha hecho desde el primer día en que se le dio por enterrar a sus muertos y de paso reflexionar acerca de su presencia en este mundo y la suerte que le espera a su existencia después de la muerte. Como buen  filósofo escribió sus reflexiones no en diálogos eclécticos como lo hizo Platón; o en reflexiones novelescas como lo hizo Nietzsche con su Zaratrusta;  sino que compuso  canciones  y luego las fue cantando de pueblo en pueblo siguiendo los pasos de los rapsodas y los aedos. A continuación analizaremos juntos los enunciados filosóficos presentes en los sentidos versos de su más conocida elegía que nos pone a meditar y a reflexionar como lo hacía la poesía de Friedrich Holderlin en los tiempos del romanticismo alemán, influyendo en Martin Heidegger y su filosofía  que apunta al p

Hornos crematorios nazis en Colombia.

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 Los nazis colombianos no perseguían a los judíos, ni a los gitanos, ni a los discapacitados y mucho menos a los homosexuales; ellos perseguían a los mulatos, a los zambos, a los mestizos,  a la gente de apariencia racial semejante a ellos mismos.  Los nazis colombianos conducidos por las mismas razones de sus pares alemanes  tuvieron que usar hornos crematorios ante la encrucijada sanitaria de tener tanto muerto regado.   No fue el despiadado Otto Moll, el oficial de las SS quien con mucha dedicación dirigía en  Auschwitz  el mas grande de los infiernos que sorprendería al mismo Dante Alighieri; sino que  fue el  mismo  comandante Mancuso; quien en un destello de creatividad marcial recurrió a las ruinas de un horno de barro que los lugareños empleaban para hacer ladrillos en tiempos coloniales; bajo sus  instrucciones el mismo comandante convirtió el viejo horno de cocinar ladrillos en un eficiente instrumento para calcinar huesos humanos. Mientras en las ciudades el país se regocija

El gran misterio de las caras de Belmez

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  Es sin duda el caso más claro de actividad paranormal en toda la historia de los hombres; sucedió en  Belmez, la pequeña localidad andaluza en los tiempos aciagos del ultra católico y genocida  Francisco Franco. Ocurrió en la humilde casa de inquilinato de María Gómez Cámara;  las primeras caras aparecieron en el piso junto a la cocina;  fue el rostro de una mujer con una expresión en sus ojos de angustia contenida, muy pronto la aparición causó el alboroto de los vecinos quienes asombrados trataron de borrar con trapos y esponjas a la enigmática figura que se resistió a desaparecer y en respuesta a los intentos se hizo más nítida y deslumbrante. La casa fue invadida por curiosos envalentonados que acudieron con picos y palas quienes usando  técnicas de albañil fontanero  trataron  de  borrar para siempre a la figura advenediza que los miraba desafiante desde su mundo pétreo y desconocido; despedazaron el piso en pequeños trozos y en su lugar apareció la misma figura de mujer, pero e