El Leviatán, el malvado monstruo que el hombre parió.

 


Malditos sean los que maldicen el día, los que se preparan para despertar al Leviatán.

(Job 3:8)



Adolf Eichmann, en el juicio por crímenes de guerra en Jerusalén, se mostró tranquilo y su rostro no mostró los gestos de arrepentimiento que suelen mostrar algunos asesinos cuando son capturados.


El Generalísimo Franco era un católico ferviente y un marido domesticado devoto de sus hijos.

Álvaro Uribe, el expresidente colombiano, es fotografiado con sus nietos y a todos nos conmueve verlo galopar en sus finos caballos en compañía de los infantes mostrando a un tierno abuelo dedicado a ofrecer a su descendencia los cuidados más tiernos que un el patriarca puede ofrecer; sin embargo, fue el autor intelectual del más aberrante acto de exterminio en contra de  inocentes que aparecían ejecutados con tiros de gracia y disfrazados de combatientes para luego ser fotografiados como bajas en combates que sólo se desarrollaban en escenarios teatrales donde los muertos eran los protagonistas apareciendo en los titulares disfrazados de combatientes, con fusiles inservibles y granadas de utilería;  con botas de campaña colocadas a la carrera y que muchas veces se ponían al revés debido a las prisas de esa pantomima que, a pesar de los esfuerzos del tramoyista por presentarlas de manera creíble ante las cámaras, no lograba ocultar la apariencia inocente de los muertos que tenían caras de todo, menos de forajidos alzados en armas; al final fueron sólo números de una sangrienta estadística que buscaba mostrar los éxitos de una política guerrerista de tierra arrasada; no fueron crímenes motivados por el odio que despierta el racismo, el nacionalismo o la ideología; fueron las víctimas producidas por una campaña de propaganda para sostener una política de guerra, no fueron los republicanos de Franco ni los judíos de Hitler, ni mucho menos los sindicalistas de Videla, los inocentes fueron reclutados sólo para ser ejecutados a sangre fría en la farsa criminal de los falsos positivos; la acción más cobarde de ejecutar a inocentes indefensos, una acción sin precedentes en la sangrienta historia de los hombres.

En más de una ocasión, el expresidente colombiano fustigó a las afligidas  madres en los medios de comunicación afirmando que los 6.042 muertos no eran más que guerrilleros abatidos en el pleno ejercicio que la dinámica de la guerra exige, nunca ha expresado en publico el más mínimo arrepentimiento por sus muertos.

Augusto Pinochet nació en un hogar de inmigrantes donde recibió el cariño maternal muy propio de un niño promedio y no el maltrato y abuso que suelen recibir los psicópatas o delincuentes que viven en las celdas más vigiladas de las cárceles.

Que se sepa los personajes anteriores nunca le quitaron la vida a alguien con sus propias manos, sino que sus acciones y propósitos políticos provocaron la muerte de miles de personas; sólo en Colombia fueron asesinados más de seis mil inocentes; cifra que Gustavo Garabito envidiaría; el psicópata colombiano que apenas alcanzó la ridícula cifra de 172 niños violados y luego asesinados.  Estoy seguro que Garabito se ha preguntado muchas veces desde su fría prisión; porque él, y no los héroes de la historia, sufre las cadenas que condenan a los asesinos solitarios.

Todo parece que el mal humano se propaga más eficazmente cuando se ejecuta en unión de muchas voluntades.

Cuando el mal es causado por un solo hombre, sus acciones se hacen en secreto y el malvado que lo realiza oculta su identidad y en ocasiones los restos  de sus víctimas.

El mal es no sentir compasión por el que sufre; por eso Adolf Eichmann nunca mostró ningún malestar y Álvaro Uribe continúa fustigando a las  afligidas madres.


Los anteriores personajes mencionados en estas líneas fueron sepultados como héroes en sus países; hasta hoy existen corrientes de pensamiento que resaltan sus actos de exterminio, lo más seguro es que en la abatida Colombia el próximo presidente será a quien señale Uribe con su dedo santificado; el bien y el mal son extremos de la misma cosa.

¿Pero de dónde surge la maldad en el hombre?

Para Hobbes, el hombre es malo por naturaleza y debe crear un leviatán más perverso que él, para que garantice su supervivencia y no acabe exterminándose entre sí, un estado es la suma de voluntades que tiene permiso para matar, invadir o subyugar a otro pueblo como lo hizo la corona española en los tiempos de la conquista o el Leviatán que aprendió a volar y esparció sus heces en Hiroshima y Nagasaki, o el monstruo que responderá por sus ciudadanos en caso de agresión como seguramente lo hará el estado judío en respuesta a la agresión actual de Hamás; La historia ha demostrado que el Leviatán es más perverso que el ciudadano que lo engendró.

Para el presidente Bukele, el mal tatuado duerme seguro entre los barrotes de su gran prisión; qué diferencia hay entre la maldad de las Maras Salvatruchas que juntas no lograron matar a los 6.042 que inspiraron al tierno abuelo que hoy pasea a sus nietos en sus finos caballos; todo indica que el mal muchas veces depende de las circunstancias para ser reprimido o exaltado.

Cuando un hombre mata solo, generalmente lo hace en secreto, como si de alguna manera se sintiera avergonzado de sus acciones; como lo hizo Garabito con sus niños sodomizados; cuando el hombre se une a otros quizás peores que él, entonces los asesinatos aparecen en público y el mal gana aceptación social; a veces se reviste de cierta santidad, como las empalizadas públicas donde Torquemada quemó vivos a los herejes, o los campos de exterminio donde los nazis quemaron a los judíos sin que los fieles alemanes que salian  de las iglesias sintieran el menor atisbo de piedad por los judíos incinerados en los hornos de la infamia.


 En los animales, las luchas entre grupos están ritualizadas y las luchas por el territorio, la posición social o las hembras terminan cuando un oponente se retira. parece que las bestias respetan la vida del vencido o del indefenso que ya no ofrece resistencia.

Ahora bien, esta atracción o propensión hacia el mal ha planteado la cuestión de si el mal es innato al ser humano o es una cualidad aprendida.


Kant afirma que existe un mal radical en la naturaleza humana. Lo que implica que todos los seres humanos tenemos propensión a subordinar la ley moral al interés propio; y esta propensión es radical o está arraigada en la naturaleza humana.

Jung nos advierte de la sombra malévola que se alimenta de nuestras represiones impuestas por el adjecto Leviatán que nos vigila y somete.

Para el cristianismo, el mal sobrepasa la muerte misma y regresa de las sombras para poseernos, siendo necesario que el maestro Galileo o algunos de sus prosélitos los expulsen  en el exorcismo del lago de los gadarenos; eran una legión de individuaciones inmortales que tuvieron la propiedad de apoderarse del cuerpo y la psique de un buen samaritano a quien obligaron a vivir entre tumbas y cometer actos de maldad; Pienso que ahora que el maestro no está con nosotros y que nunca volverá después de la sangrienta crucifixión, son sus seguidores los que tienen que exorcizar a tanto poseído que anda suelto y que a veces tienen la fortuna de alcanzar el poder y desatar las más horrendas masacres sin sentir la más mínima compasión por sus víctimas porque las legiones de demonios que los poseen exterminan y matan por ellos.

El hombre cuando alcanza una perfecta comunión con Dios; cuando su fe crece y su alma se sustenta en verdades y dogmas; cuando se  cree más santificado y purificado; en ese instante se siente como un dios, se vuelve más violento y más devastador que es capaz de destruir con sus armas toda Sodoma, toda  Gomorra e Hiroshimas enteras.

El bien y el mal son extremos de la misma cosa.

Hasta hace pocas décadas hubo que hacer una gran guerra para abolir la esclavitud; hoy hay otras formas de sometimiento muy parecidas a ella; en muchos hogares y lugares del enriquecido norte muchos hombres y mujeres padecen los rescoldos de un sometimiento que aún no desaparece.

El mal es aprendido o insertado en el hombre desde el mismo momento de su nacimiento; nadie lo sabe, la verdad es que al abrir cualquier libro, sólo encontrarás la historia sangrienta de los hombres; ya que desde  los versos homéricos, los libros sagrados como la Biblia y muchos otros, son sólo los relatos de la presencia violenta del hombre; los otros libros que encontrarás serán aquellos en los que sus autores intentan enseñarte  a apaciguar y contener los oscuros impulsos de la única criatura que mata por placer.



Comentarios

  1. Buen artículo Valerio. Si, desde antes y ahora, se plantea el interrogante si el hombre es malo o bueno por naturaleza. No es pacífica la discusion. La experiencia narrada de la historia del ser humano me llevan a casarme con la primera hipóteis. Nos mueve una inclinacion natural hacia la esclavitud, que nos lleva a despreciar la libertad; y, aquella, por sí, en esencia es sometimiento y violencia.

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  2. El bien y el mal, a veces algo difícil de entender. Buen post. Te sigo. Tienes un buen blog. Si quieres pasar por mi blog serás bienvenido. Allí podrás retos de blogueros donde si te apetece puedes participar y así aumentar las visitas a tu blog. Saludos

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  3. El rey David fue un guerrero quien con sus ejércitos asoló, destruyó a los hijos del diablo, enemigos del pueblo de Israel prometido al profeta Abraham al llamado de Jehová Dios, él Santo de Israel 🇮🇱

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