De Los eunucos y otras infamias.

 

De los primeros que se tengan noticia, aparecieron en Sumeria, dos mil años antes del nacimiento del Cristo, la castración humana convertía al eunuco en un sujeto dócil y confiable al cuidado del harem, el paraíso en la tierra del noble o gobernante que dejaba a su cuidado su más preciada posesión, las hermosas mujeres que no corrían riesgos de ser seducidas por los desarmados viriles.

 La usencia de testarrona impide el crecimiento de la barba y demás rasgos varoniles que transforman al castrado en un sujeto dócil; desprovisto de esperanzas de procrear y dejar descendencia; el eunuco garantizaba lealtad a su señor, compartían sus aposentos y cuidaban de sus mujeres e hijos.

La castración prosperó y los eunucos llegaron a los templos despertando el celo de la clase sacerdotal, algunos solo eran despojados de sus testículos, dejándolos en la doble vía de la satisfacción sexual cortesana, pudiendo satisfacer la lascivia de ambos sexos.

Algunos eunucos contradecían su naturaleza y llegaban a servir en el ejército, en donde se batían en primera línea con la valentía propia de guerreros osados, Ciro el grande contaba con su guardia pretoriana de 300 eunucos que lo cuidaban con inusitado fervor parental, ya que desprovistos de mujeres e hijos a quienes cuidar, desbordaban sus cuidados y atenciones sobre la figura paternal de su comandante; Su teoría estaba lejos de ser infalible. Fue el caso del eunuco Bagoas, que llegó a ser general de los ejércitos persas en tiempos de Artajerjes III . Acaparó tal poder que se dedicó a poner y quitar reyes, envenenando al monarca y luego a su hijo Arses.

Fue tanto la importancia cortesana de los eunucos, que la castración se convirtió en un privilegio; muchos padres conducían a sus hijos en etapas muy tempranas de su vida, para garantizarles un destino benevolente en las comodidades de los aposentos reales o en la burocracia palaciega.

En las narraciones bíblicas los eunucos, siervos y esclavos son personajes de suma importancia en el desenlace de las historias contadas, la crueldad de la explotación del hombre sobre el hombre,  era justificada por la voluntad divina que aceptaba la sumisión como un don llegado del cielo, muy propio de una sociedad altamente jerarquizada y machista que trataba de ocultar las inclinaciones homosexuales bajo el sagrado manto de la castración; los niños con manifestaciones afeminadas eran castrados en acciones casi rituales que le abrían las puertas a una existencia sin descendencias y consagrados al servicio del poderoso.

En Egipto en donde se practicaba la castración y la esclavitud, dos acciones humanas muy propias de ese tiempo;  es la narración bíblica de José, que mejor describe la situación de la época; José quien es vendido como esclavo por sus hermanos, al llegar a la hacienda de Potifar, varón muy cercano al faraón que tiene características muy propias de un eunuco, ya que su cargo y la conducta de su lasciva mujer delatan la escena muy propia de una sociedad esclavista, en donde la servidumbre era la base de la economía; el pasaje purificado por la santidad  bíblica  que trata de esconder la infamia humana de un esclavo sometido y un eunuco sin esperanzas.

Los eunucos estuvieron presentes en todas las culturas antiguas, desde Grecia, pasando por el antiquísimo Egipto, en la tierra de los hindúes y en la china milenaria, en donde su práctica estuvo vigente hasta muy entrada la modernidad. En los coros infantiles se castraban a los niños cantores para que su angelical voz infantil no sufriera los varoniles estragos que vienen con las deformaciones viriles de la pubertad; hasta hace poco los melodiosos coros de castrados alegraban los escenarios italianos; los jerarcas católicos se inventaron el celibato que a la postre no es más que una castración sagrada que busca los mismos fines que los antiguos encontraban en los cuerpos cercenados de sus eunucos.  

La justicia contempla la posibilidad de aplicar la castración química para pedófilos y pederastas, la medida de ser aplicada reviviría a los eunucos en los tiempos de los vuelos espaciales, solo que estos no vivirían en los fastuosos aposentos reales, sino que estarían confinados bajo vigilancia muy lejos de sus potenciales víctimas.

Las complejas cirugías de cambio de sexo, no son más que la expresión tardía de un varón que no está en conforme con su fisiología, y de manera voluntaria acude a las artes del escarpelo para cercenar un órgano advenedizo que no debe estar en el lugar en donde la naturaleza lo situó por error.

Freud afirma que experimentamos el fatídico complejo de castración en los años nuevos, el niño aprecia el cuerpo de la mujer y experimenta la cruel sentencia del eunuco, reprime su autoerotismo porque lo asocia con el castigo de castración en la mujer, la angustia del eunuco nos acompaña por siempre en donde permanece en estado larvario viviendo en las arenas movedizas de nuestro inconsciente.