Los pregoneros de Dios.

“La risa mata el miedo, y sin el miedo no puede haber Fe, porque sin miedo al Diablo ya no hay necesidad de Dios”. 


 "Humberto Eco "



 Ahí soportando los estragos de la canícula, en medio de la alharaca de los loros recién cogidos que son desembarcados en sus jaulas para ser ofrecidos en las colmenas que venden animales vivos; ahí, en medio del estrépito matinal del mercado, los pregoneros de Dios preparan la parafernalia de su misión salvadora de almas; siguiendo la dirección del viento los parlantes son orientados para que la revelación divina navegue siempre con viento en popa y abarque sin mayores esfuerzos el territorio del extenso mercado público que a esa hora es invadido por el gentío que camina presuroso abriéndose paso a empellones para evadir a los carretilleros que venden guineo verde, o haciéndole el quite a los vendedores de pescado que ofrecen en palanganas las postas frescas de los sábalos cándidos que se dejan atrapar con la mano en las retorcidas raíces de los manglares de la ciénaga, a esa hora los pregoneros de Dios no solo usan las técnicas de marinos para aprovechar mejor al viento, sino que recurren a los trucos escénicos para cuadrar la altura del altavoz con el fin de que la palabra no solo se escuche sino que se sienta y retumbe en los propios tímpanos del pecador. Son los disidentes de las iglesias, los pastores que evaden el orden jerárquico que representan los escalones del poder; los cazadores de almas que liberados del dogma y del decoro solemne que exigen los templos se lanzan liberados a la casería de las almas extraviadas en los oscuros senderos que conducen al infierno; al rescate de las ovejas cautivas por los placeres mundanos de la fornicación, a los adeptos de las artes oscuras que le prenden en el día una vela a Dios, y por las noches le prenden la otra a las presencias oscuras que dominan la noche; a los que buscan las soluciones fáciles que ofrecen las malas artes de la hechicería que atrapan para siempre los amores imposibles; o las venganzas efectivas de la pimienta voladora que aleja derrotados a los enemigos; o el embeleso artificial que produce en los amantes inalcanzables las plumas eróticas del pájaro macua que ponen de rodillas y a tus pies al amante más resabiado.

 Los pregoneros de Dios ajustan el máximo volumen a sus estridentes parlantes; afinan el esténtor de sus gargantas con procedimientos de barítonos para que su voz sea capaz de opacar los ladridos de los perros que a esa hora se disputan con los gallinazos las tripas de pescado que son arrojadas a las marismas de la bahía, una vez ajustados los micrófonos y orientados los parlantes comienza la homilía callejera, la predica publica sin muros y rosetones  que llama a la salvación;  ubicados en el centro de los cuatro caminos de ingreso y salida obligatoria, las almas pecadoras no tienen escapatoria a la emboscada perfecta tendida desde un improvisado altar desde donde se pueden divisar a las amantes frustradas que ingresan a las tiendas esotéricas en busca de los filtros de amor, de los velones rojos que atan para siempre a los amores imposibles, del perfume conjurado que somete a la pareja a vivir por siempre al lado de la mujer amada; el escándalo del predicador y su dedo acusador desenmascara a las esperanzadas mujeres que tratan de pasar desapercibidas ocultando su rostro con pañoletas de carnaval y gafas playeras; nadie escapa al dedo purificado que a esa hora señala a los recién levantados habitantes de los andenes, a los drogadictos que viven en su última etapa de autodestrucción y que se despiertan despavoridos de sus camas de cartón al ser señalados como únicos culpables de sus desgracias al preferir la felicidad artificial de las drogas y desconocer que solo el estado de gracia divina es el único capaz de hacerte alucinar con la figura apacible de Dios. La voz multiplicada del pastor se filtra por las colmenas de verduras, llegando hasta las esquinas en dónde están los amanecederos con sus putas trasnochadas que despiertan de repente para escuchar el llamado a hacer parte del rebaño purificado del señor, nadie puede escapar al llamado divino del arrepentimiento, las huestes celestiales ofrecen perdón y vida eterna a todo aquel que escuche el llamado para la salvación; solo los locos que a esa hora se pelean con los perros las sobras de comida parecen ajenos a toda esa algarabía, son ellos los únicos que no alcanzan a comprender la encrucijada de los juicios de los últimos días y la recompensa de la vida eterna porque sin tenerse que morir, están viviendo sobre los verdes prados del paraíso y son los únicos que no sienten vergüenza por su desnudes,  son los habitantes del Edén que el delirio de la locura ha liberado del peso que representa el pecado original. 

 El calor aumenta a medida que pasa la mañana, el pastor sin iglesia suda a cántaros, recita de memoria las citas bíblicas que anuncian el fin de los tiempos, las amas de casa que a esa hora regatean por señas con los vendedores de frutas porque el estruendo del sermón las obliga a usar el lenguaje escénico de los mudos; en su afán de extender el salario de sus maridos aprenden gestos que denotan compasión, señas que inspiran piedad y que al final surten efecto al momento de pagar; siempre quedan algunas monedas que van a parar a los cofres que extienden mujeres que se protegen del sopor con chalinas de colores y túnicas bíblicas que les dan una apariencia de santidad.

 Ningún alto prelado de la iglesia romana, ni siquiera el mismo regente del sínodo de Misuri, ni los conciertos gratuitos de música gospel en la plaza Tafawa Balewa de la isla de Lagos, en Nigeria, pueden convocar a tantas almas como la plaza de mercado que a esa hora recibe a los campesinos que llegan de los pueblos cercanos con sus cosechas de temporada, con sus jaulas repletas de animales de monte, los vendedores y los compradores que llegan y se van, todos estan obligados a escuchar los versos de los salmos de Salomón, el destino inevitable del libro de las revelaciones, el mensaje piadoso del Cristo en el sermón del monte.

Comentarios




  1. Querido Valerio,

    Leer tu crónica es entrar al corazón palpitante del mercado, ese santuario sin techo donde conviven el sudor y el incienso, el pregón del hombre y el susurro de Dios. Tu pluma, como siempre, no describe: revela, y lo hace con la precisión de un observador sagrado, testigo de un sincretismo que no pide permiso ni perdón.

    Has logrado pintar con palabras la escena sonora y visual de ese amanecer tropical donde el caos no es desorden, sino lenguaje. Los loros recién capturados, los carretilleros de guineo, los sábalos que aún huelen a manglar, y por supuesto, esos predicadores sin púlpito que entienden que el alma se gana no desde el mármol del templo, sino desde el barro del pueblo.

    Me conmueve —y me reta— la forma como describes a esos “disidentes de las iglesias”, cazadores de almas que no obedecen jerarquías sino convicciones, que han cambiado el incienso por altavoces y el púlpito por una esquina de mercado, porque saben que a veces la fe necesita hacer ruido para abrirse paso entre el bullicio de la desesperanza.

    Y cómo no destacar ese coro final, esa fauna mítica de hechicería, santos, pájaros macua y velas partidas. Porque eso también somos, Valerio: una mezcla inacabada de cielo y tierra, de fe y fetiche, de Dios y superstición. Pero como tú bien lo insinúas, ahí —justo en esa mezcla— habita el alma caribe, tan mágica como contradictoria, tan ardiente como libre.

    Gracias por recordar que incluso el estruendo puede ser sagrado, y que los márgenes —donde el dogma no alcanza— a veces son más fértiles que los centros.

    Con respeto y admiración,
    Héctor Escobar Puche
    Medellín, julio 26 de 2025

    ResponderBorrar
  2. Excelente descripción q ratifica q l realidad bien observada supera la ficción en tu pluma mágica se deratifica con exactitud lo q puede ser un amanecer en un meGobzalrzrcado q puede quedar en cualquier lugar del tercer mundo puede ser bazurto o el mercado del sur de Montería o un mercado en Banglades en la India es una visión cosmopolita de un amanecer imperecedero q se repite constantemente en cualquier ciudad del mundo y q. Solo las personas con un gran sentido de imaginación puede describir una realidad diaria de Amaneceres olvidados e imperceptible para cualquier persona q no ve más allá del trasfondo de los sucesos cotidianos q hacen parte de un mundo para ellos ajeno e indiferente pero q para un observador de la vida como tu con tus ojos de lince y tu pluma mágica es una pincelada de Miguel Angel
    Eucaris Gonzalez tapia

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los empalamientos del Salado.

La novia de Puerto Colombia: Un fantasma exhibicionista

De Los eunucos y otras infamias.