Los empalamientos del Salado.

 "El infierno esta solo;  el demonio es feliz entre nosotros y lo acompañan cien escoltas.'

Experimentaron con ellos todas las formas de martirio, primero violaron a las niñas en presencia de sus padres para que vieran destrozada la inocencia; probaron los desollamientos Asirios, solo que esta vez lo hicieron con la precisión del escarpelo, logrando cortes perfectos sobre la piel de sus víctimas, dejando a la vista la maraña de músculos y tendones palpitantes mientras los deshollejados agonizaban en medio de gritos de agonía.

Trataron de superar la imaginación de los inquisidores, cuando fabricaron a la carrera los artificios de tortura diseñados por el propio Torquemada, y que fueron usados uno a uno, frente a los sentenciados que esperaban ansiosos su turno para morir.

Se acordaron de  Vlad III de Valaquia, y realizaron empalamientos frente a la pequeña parroquia para que  todos vieran que no solo en Rumania, sino que también en Colombia se formaban vampiros sanguinarios.

Encendieron empalizadas para simular el martirio de Juana de Arco, solo que esta vez no lo hicieron con la carne virginal de la heroína, sino que lo hicieron con los impúberes estudiantes de la escuela de bachillerato, en un intento por  restarle combatientes a las guerrillas izquierdistas que amenazaban con tomarse el poder en más de sesenta años lucha libertaria.

Al ver la belleza morena de las mujeres caribes; sus desafiantes pechos morenos que despertaban en la tropa el deseo animal de tenerlos; el impulso primitivo que doblega ante la mujer al más ruin de los malvados y enternece con su redondez al más sanguinario de los asesinos; en ese mismo instante, en que nos sentimos sometidos ante el extraño influjo que emana de la mujer; en ese momento de desvanecimiento recordaron el martirio lapidario con el que  los judíos castigaban a las adulteras; se armaron con piedras y destrozaron con lanzamientos certeros los jugosos labios de donde brotaban los tiernos besos con que  las mujeres despertaban a sus amantes; las piedras expulsaron de sus cuencas los negros ojos para que no vieran jamás la luz de la esperanza; destrozaron las cabezas de las mujeres, solo que está vez no lo hicieron con la furia de los maridos engañados; sino con la certeza justiciera de aquellos que están convencidos de tener la autoridad moral que los autoriza a tirar la primera piedra.

Le extirparon el corazón en público a un joven invalido, lo exhibieron en público aun palpitante, pero no le hicieron el honor de los incas de comérselo ante todos, sino que lo pisotearon con desprecio porque consideraron que nadie era más valeroso que las tropas irregulares que combatían al enemigo comunista.

Recordaron el juego de pelota que entretenía a los Mayas, y en un acto de homenaje a la barbarie jugaron futbol con las cabezas de los decapitados.

Estuvieron a punto de izar una crucifixión, sino es porque su comandante, en un acto de buen juicio, consideró que tal vez el martirio bíblico crearía a un nuevo redentor y su sacrificio causaría el efecto contrario al escarmiento, dando origen a un nuevo mesías; solo que esta vez serviría como símbolo insurgente y no como estandarte santificado de una nueva religión; como lo fue el sacrificio del profeta Galileo.

Estuvieron a punto de fabricar hornos crematorios, siguiendo el buen gusto de los nazis, pero las prisas de su estadía no permitieron la calibración hermética del salón de clases y el sellamiento de los ventanales para alcanzar las temperaturas que el Führer recomendaba para hacer cenizas a los judíos.

Decapitaron sobre troncos a los más viejos de la aldea, tratando de imitar los cortes perfectos de la guillotina, usaron las palanganas de las lavanderas para almacenar las cabezas que aun conservaban la expresión agonica del dolor, producto de los cortes rústicos que producían los machetes sin afilar de los campesinos.

Desnudaron a una niña, y la incendiaron viva, solo que esta vez no usaron la naturaleza pastosa del   napalm, si no que tuvieron que conformarse con las volátiles llamas azuladas del querosene doméstico, en un intento de revivir las imágenes de Kim Phuc y su injusto sacrificio en Vietnam.

Desistieron de los ahorcamientos porque consideraron que era una técnica desprestigiada por los suicidas, buscaron en los libros de historia que encontraron en la biblioteca escolar tratando de que ningún método de exterminio se le quedara por fuera de aquella matanza de escarmiento que ya llevaba más de tres días; y que ya era necesario suspender porque los oficiales del ejército estatal solo tenían cuadro días para escoltarlos.

Realizaron a la carrera los desmembramientos con caballos que le hacían los humos a sus prisioneros y traidores; solo que esta vez ante la ausencia de caballos tuvieron que conformarse con la torpeza de los burros, que al ser espantados no tomaban la ruta perfecta de los caballos de Atila, sino el rumbo incierto de los asnos a la deriva, acción que prolongaba la agonía del sentenciado.

Lamentaron no tener aviones para expulsar sin paracaídas a sus víctimas en pleno vuelo, como lo hacían los dictadores del cono sur; trataron de sacarle los ojos a algunos campesinos y dejarlos vivos para que padecieran el tormento de Sansón, solo que esta vez el comandante se opuso de nuevo, con el argumento estratégico de que el alto mando de las autodefensas había ordenado que nadie quedara vivo en aquella aldea de auxiliadores de las guerrillas.

Se atribuyeron ser los padres creadores del método moderno de los desmembramientos con motosierra, para ellos el mejor en las malas artes de la muerte, aprovecharon la ocasión para perfeccionar los nuevos cortes ideados en las noches de desvelo; tomaron a varios hombres y los amarraron en el suelo, siguiendo la perfección geométrica del hombre de Vitrubio; desnudos sobre la tierra sentían los fríos dientes metálicos penetrar en sus carnes y ver el amasijo de huesos y tendones salir despedidos por la fuerza de la sierra; mientras  se veían a si mismos convertidos en un muñon sangrante de donde salían las últimas gotas de vida en medio de los gritos de espanto más que de dolor, al verse así mismos  convertidos en piezas de carnicería.  

Al terminar, el lector pensará haber leído un texto mítico, revestido de adornos literarios para exaltar la maldad de los hombres y su extraña naturaleza que aflora devastadora y sangrienta en tiempos de guerra y también de paz; hice malabares narrativos para no deformar los hechos de esa sangrienta orgia. Aristóteles decía que “ el hombre es un animal político”. Pienso que es más animal que político; no sin antes pedirle perdón a los animales, quienes respetan la vida de sus semejantes cuando ya están vencidos.

   

 

En memoria de las victimas del Salado en Colombia; exterminio realizado por las autodefensas campesinas (AUC) con la complicidad del ejército colombiano.

El presidente colombiano Juan Manuel Santos, Pidió perdón por la omisión y complicidad estatal en la masacre de la aldea del Salado..