El Leviatán, el malvado monstruo que el hombre parió.
Malditos sean los que maldicen el día, los que se preparan para despertar al Leviatán. (Job 3:8) Adolf Eichmann, en el juicio por crímenes de guerra en Jerusalén, se mostró tranquilo y su rostro no mostró los gestos de arrepentimiento que suelen mostrar algunos asesinos cuando son capturados. El Generalísimo Franco era un católico ferviente y un marido domesticado devoto de sus hijos. Álvaro Uribe, el expresidente colombiano, es fotografiado con sus nietos y a todos nos conmueve verlo galopar en sus finos caballos en compañía de los infantes mostrando a un tierno abuelo dedicado a ofrecer a su descendencia los cuidados más tiernos que un el patriarca puede ofrecer; sin embargo, fue el autor intelectual del más aberrante acto de exterminio en contra de inocentes que aparecían ejecutados con tiros de gracia y disfrazados de combatientes para luego ser fotografiados como bajas en combates que sólo se desarrollaban en escenarios teatrales donde los muertos eran los protagonistas apareci