Los Gitanos, los errantes que descubrieron la libertad.
Aparecieron en Europa en el siglo X, su tez morena, y los vistosos atavíos de sus mujeres contrastaban con la lúgubre apariencia de los europeos que disfrutaban cuando las caravanas de carretas aparecían sin avisar en las pequeñas aldeas, anunciando la llegada de los saltimbanquis, de los danzantes y domadores de caballos, que iniciaban con sus panderetas las fiestas públicas de los egiptanos, que más tarde fueron conocidos por gitanos. Fueron los nómadas, que eran concebidos por amor enloquecido bajo la tenue luz de las estrellas, cuando el deseo podía más que el recato y se acostaban el suelo para aparearse como animales, sobre los pastizales o las piedras de los caminos, solo conducidos por las necesidades apremiantes del amor, porque los gitanos no conocían los recatos de la escolástica ni tampoco el carácter misógino del Deuteronomio, por eso se amaban sin ataduras en los momentos precisos en que las ganas nublan los recatos. No tenían más patria, que sus carretas, las que les s