De resurrecciones y muertos que caminan.
“La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos.” (Antonio Machado)
La muerte es un hecho único e irreversible al que se puede llegar de dos maneras: por cese irreversible de la función cardiorespiratoria (corazón y pulmón), o por cese irreversible de la función cerebral (muerte del cerebro).
Sin embargo el corazón de un muerto puede seguir viviendo en el pecho de un Frankenstein que deambula pavoroso y se pasea redimido con una segunda oportunidad para seguir viviendo con el corazón prestado de un muerto generoso.
Muchas personas que han sido declaradas muertas en los hospitales, han regresado de la muerte después de varias horas de haber estado en los fríos refrigeradores de las morgues y han salido caminando por sus propios medios ante el asombro de los funcionarios de medicina legal que les obligan a firmar una nota aclaratoria en el certificado de defunción para declararlos de nuevo como ciudadanos vivos.
Regresar de la muerte se ha convertido en un hecho cotidiano que ya dejó de ser noticia y motivo de asombro.
Los muertos no responden a estímulos externos, no excitan los aparatos médicos que monitorean los signos virales, la rigidez de la muerte les da la apariencia pétrea que tienen todos los muertos que saben que son polvo y en polvo se convertirán.
Que se hace la conciencia cuando somos anestesiados,; simplemente se esfuma, desaparece, con la diferencia que los órganos que sostienen la vida continúan funcionando en su ausencia; la vida continua a la deriva en las brunas de la nada, luego regresa a ser uso de un cuerpo de inquilinato.
Podemos decir que morimos todos los días y resucitamos al despertar; debemos estar tan familiarizados con la muerte porque la experimentados a diario en las noches que no soñamos o tal vez en la que soñamos y experimentamos la ingravidez de nuestra existencia.
El relato bíblico de la resurrección del Cristo es el más conocido caso de un cadáver que regresa a la vida después del tercer día; las narraciones evangélicas descartan cualquier origen cataléctico ya que es por todos conocido el origen brutal de la muerte del redentor; la catalepsia es el único caso clínico que justifica la resurrección.
El caso de Kevin Santos, en el verano del 2012, una familia brasileña tuvo que vivir una pesadilla en el funeral de su niño de dos años que, según los médicos, había fallecido por insuficiencia respiratoria, deshidratación y neumonía. De repente Kevin se incorporó en su ataúd y dijo: “Papá, ¿puedo tomar un poco de agua?” Todo el mundo empezó a gritar ya que no podían creer lo que veían, pero el menor se tumbó otra vez para «dormirse» y no volvió a dar señales de vida.
Tras ser trasladado de nuevo al hospital fue declarado muerto de nuevo pero, después de lo sucedido, la familia decidió retrasar el funeral con la esperanza de que pasara lo mismo que antes, pero al final lo tuvieron que enterrar un par de días más tarde en un cementerio local cuando los olores de la muerte anunciaron que ya todo estaba perdido.
En 2011, la rusa Fagilyu Mukhametzyanov fue declarada muerta tras tener dolores en su pecho y posteriormente un infarto. A pesar de haber sido llevada al hospital con la máxima celeridad, los médicos solo podrían certificar su fallecimiento pero no podrían haber estado más equivocados.
Pocos días después, durante su funeral, Fagilyu se levantó de su ataúd de repente, más viva que nunca y en medio de chillidos y llantos de pavor suplicó una explicación a los miembros de su propio cortejo que arbitrariamente y sin su consentimiento la llevaban en un ataúd, al cual no pertenecía. Fue trasladada al hospital más cercano, pero el shock de despertarse en su propio entierro hizo que Fagilyu acabara muriendo de otro ataque al corazón en medio de vómitos verdosos que impregnaron de líquido biliar el decoro perfecto de su mortaja.
Lamentablemente, Mukhametzyanov solo resucitó durante 12 minutos más, a pesar de todos los esfuerzos que hicieron para intentar mantenerla viva.
Los avances médicos y las nuevas tecnologías le han arrebatado vivos a la misma muerte; los nuevos avances prometen inmortalidad; ya no serán necesarias resurrecciones después del tercer día sino que prolongaremos la espera del puntual Caronte que está vez tendrá que darle otro uso a su barca que va camino al hades.
Los sepultureros no se sorprenden cuando después de muchos años al ser exhumados los cadáveres presentan la misma apariencia solemne del primer día, solo que la barba les ha crecido con los mismos ímpetus de cuando estaban vivos.
Muchos cadáveres de mujeres son encontrados con uñas aumentadas que después de muertas tomaron el rumbo glamuroso de las reinas imperiales en sus mejores tiempos conservando la tersura imperecedera de la piel en una actitud desafiante ante los estragos de la muerte; es como si ciertas funciones humanas desconocieran los dictámenes tiránicos de la misma muerte y continuarán desde el mismo sepulcro con las mismas funciones que tienen los vivos, con cuerpos intactos y atuendos eternos de momias intactas que conservan la misma apariencia que tenían cuando la muerte los sorprendió sin dejar en ellos los rastros muy propios de su devastación.
Muchas veces se han sorprendido cuando hacen inhumaciones y encuentras huellas de un muerto vivo que hizo sus mejores intentos con uñas y dientes tratando de salir de la trampa que atrapó a un vivo que no quería morir.
Comentarios
Publicar un comentario