Los exquisitos embutidos de carne humana que se vendían en Bogotá.
La antropofagia era un castigo bíblico solo destinado para aquellos que desobedecieran a Dios; en el Levítico se condena a las madres a devorar la carne de sus propios hijos.
Durante el sitio de Samaria por parte de los Sirios, se relata el caso de una mujer que junto a otra se comieron al hijo de la primera (Segundo Libro de los Reyes).
Flavio Josefo describe en sus narraciones que en el sitio romano en el año 70 A.C. una mujer devora las carnes de su propio hijo impulsada por los instintos animales que todos tenemos, y que en situaciones de inanición surgen incontenibles con el único propósito de mantenernos vivos, como lo hicieron los sobrevivientes del vuelo de la fuerza aérea Uruguaya que al principio se alimentaron de los cuerpos de sus compañeros con cierta repugnancia y respeto; pero que después se convirtió en una rutina que terminó convirtiéndolos en unos caníbales por conveniencia.
Armin Meiwes -más conocido como el caníbal de Rotemburgo; un reconocido asesino que expresa con fino gusto culinario que la carne humana tiene el tierno sabor de los perniles porcinos, su textura le permite ser sazonada con diligente cuidado para preparar exquisitos platillos de refinado Gourmet.
Esto lo sabían los cocineros de la Cárcel Modelo de Bogotá. Con el beneplácito del director convirtieron las mesas de pelar papas en útiles bandejas para destazar cadáveres; los baldes de los deshechos fueron convertidos en depósitos temporales para guardar cabezas; los tanques para almacenar agua en depósitos de intestinos y otras vísceras que no se podían aprovechar en aquella fabrica carcelaria de embutidos y salchichas que eran vendidas en tiendas y supermercados que ofrecían a sus clientes los más deliciosos embutidos a base de la exótica carne humana.
La fratricida guerra de sesenta años también le ofrecía cadáveres a los exigentes cocineros de la cárcel bogotana; los paramilitares que dominaban el penal trasladaron la guerra que se daba en las montañas colombianas a los tenebrosos pasillos del penal; en complicidad con la guardia, los cocineros salían por las noches a enlazar como ganado a los guerrilleros que dormían en sus literas; con técnicas de vaquería eran conducidos hasta la cocina en dónde los degollaban con las prisas de todo matarife para que la muerte llegue rápido y los pataleos no salpiquen las paredes de aquella prospera industria de cárnicos humanos.
Las piernas que antes aprendieron a bailar; a hacer malabares y gambetas en el fútbol; esas mismas que corrían presurosas los domingos de visita; eran desarticuladas de sus coyunturas y despojadas de sus huesos y sus carnes lavadas para ser sazonadas antes de ser molidas con verduras y preservativos para fabricar las exquisitas salchichas de los Hot Doc que se vendían por las tardes a la salida de las construcciones, o las deliciosas mortadelas que acompañaban las luncheras de los niños en los recreos felices de las escuelas capitalinas.
Muchos de los cocineros sucumbieron ante la curiosidad de probar la carne de sus enemigos y terminaron comiéndose al final a sus mismos amigos en platos inéditos que ellos mismos preparaban para degustar el buen sabor que solo podían disfrutar aquellos antropófagos que estaban seguros que algún día la humanidad tendrá que regresar a los tiempos de Atapuerca, en dónde los arqueólogos encontraron que existen vestigios de nuestro pasado caníbal.
Hannibal Lecter, el refinado médico despertó en muchos cineastas la curiosa experiencia de degustar con vino un delicado estofado de carne pensante. Idi Amin se comía a sus enemigos y los ofrecía en deliciosos guisos para alagar a sus invitados.
Aún no sabemos si la fábrica de embutidos y salchichones con carne humana aún sigue funcionando el la cárcel Modelo de Bogotá; tal vez los refinados cocineros estén en libertad y su emprendimiento industrial este funcionando impune desde los garajes de sus casas por cárcel.
Los criminales colombianos descuartizan a sus enemigos y los arrojan en los basureros para enviarle un mensaje a los que quedan vivos; quién nos asegura que las partes expuestas correspondan a carne de segunda y que la mejor se use para preparar novedosos platos que son preparados siguiendo el buen gusto de los presos de la Modelo.
En un hecho sin precedentes históricos el director de la cárcel declaró ante los tribunales que la cárcel Modelo era el proveedor de alimentos a base de carne humana; eso no nos sorprende, en un país en donde hemos perdido nuestra capacidad de asombro y cualquier cosa por violenta o sanguinaria que parezca, no deja de ser noticia de un dia; las gentes continúan con sus vidas con la misma pasividad conque se levantaron y al final del día concilian con su conciencia sin que nada los perturbe.
https://youtu.be/HcVtIvX5L8k?si=Vdic1YVrY2W1EPd8
La degradacion total de una sociedad. Así lo afirmo porque ni ese fondo perverso y macabro nos cinmuve ni despierta.
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