El descaro fantasmal de Ana Bolena y la impertinencia de la llorona.
En sus apariciones los fantasmas suelen aparecer ataviados con las vestimentas que llevaban puestas el fatídico día en que la muerte les llegó sin avisar.
El fantasma de Ana Bolena se aparece en la torre de Londres caminando a tientas por los pasillos pedregosos que la vieron morir decapitada por orden expresa de su esposo, el rey Enrique VIII, quien ordenó su muerte en un acto público de escarmiento marital. Son más de 30.000 las veces que el fantasma de la reina sin cabeza ha sido observado caminando con las precauciones que tienen los ciegos para no estrellarse con los muros de la torre de Londres; quienes la han visto aseguran que aún conserva la vestimenta del último día salpicada con las gotas de sangre que el corte perfecto del hacha del verdugo no pudo detener.
El fantasma más famoso de Latinoamérica, que ha sido visto desde el desierto de Sonora en México hasta las escarpadas llanuras peruanas, se aparece de noche vestida con su traje de muselina blanca, con las manos en la cabeza, arrancándose con desespero las pocas hebras de cabello que aún le quedan; con su llanto triste y estentóreo que parece provenir de todas partes; el lamento que surge del mismo mundo de los que están muertos, pero con los mismos ímpetus desesperados que tienen las mujeres vivas cuando con angustia claman por la suerte de sus hijos extraviados. Dicen quienes la han escuchado que entre más lejano se escucha el lamento, es porque la espectral aparición se encuentra más cerca del infortunado que tiene la mala suerte de encontrarse con la dolorosa aparición maternal.
De todos el más descarado es la novia de Puerto Colombia, quien ya ha perdido el decoro y el buen juicio que tienen las apariciones de naturaleza fantasmal y sin tapujos se deja fotografiar majestuosa e ingrávida cuando se alza para que todos puedan verla en todo su esplendor fantasmal. (apréciala )
https://youtu.be/p-sSPj9fm8o
La novia se presenta en el mismo sitio en donde un conductor imprudente le quitó la existencia el día más feliz de su vida, cuando vestida de novia, se disponía a presentarse con su velo inmaculado ante el altar de su felicidad, la novia jamás llegó y se quedó detenida en el tiempo y en el espacio a la orilla de la autopista en dónde todos la ven con su vestido de blanco virginal que aún conserva la pureza en este mundo y en el otro.
En sus memorias Gabriel García Márquez describe en sus líneas la aparición de un fantasma que se desplazaba justo a la hora del almuerzo; para la numerosa familia del escritor ya era tan familiar la presencia de ultratumba que ambos; familia y fantasma proseguían sus existencias con el acuerdo tácito de no inmiscuirse los unos con los otros en aquella vieja casa del barrio el Toril en la Hermosa Cartagena de Indias.
Los fantasmas son los nostálgicos de la vida, que se han quedado atrapados en las marismas inciertas de los muertos, en un lugar sin espacio; en un instante sin tiempo que los hace visibles en el mismo lugar de siempre.
Los fantasmas tienen la mala costumbre de aparecerse sin pedir permiso en las fotografías familiares como advenedizos del otro mundo que se presentan con sus caras inexpresivas en donde nadie los ha llamado; aparecen en las cámaras de vigilancia con las misma frecuencia conque aparecen los vivos, solo que es fácil distinguirlos porque se presentan sin los pies que no se usan en el otro mundo en dónde no hay caminos por recorrer. Son tantas sus apariciones que ya no asustan a nadie; pasan desapercibidos y ya nadie se ocupa de ellos, conviven con nosotros y solo se sienten cuando mueven las mecedoras, apagan las lámparas encendidas, o los vemos cruzar los pasillos sin perder el decoro de su naturaleza gaseosa que atraviesa paredes y derrumban platos en las cocinas de las casas embrujadas.
Me parece fascinante este escrito Q conjuga la veracidad con la fantasía
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