Omm Seti; el más claro ejemplo de reencarnación
A Dorothy Louis Eady su médico la dio por muerta después de haber rodado aparatosamente por las escaleras de su casa, la ausencia de signos vitales declaraban que la pequeña de tres años ya no era de este mundo.
Una hora después cuando se disponían a amortajarla, Dorothy despertó de su letargo y su actitud serena sorprendió a sus apesarados padres que le daban la bienvenida con aires de resucitada.
El incidente de las escaleras trasformó por completo a la pequeña, le permitió recordar su vida pasada de sacerdotisa en el templo de Abydos en su Egipto ancestral. Mucho antes de su madurez sexual empezó a recibir las visitas de su amante, el poderoso Seti, el faraón que hizo dibujar en su templo en honor a Osiris los enigmáticos dibujos de helicópteros, aviones y naves de apariencia futurista en una época en dónde lo más moderno era el carruaje de guerra jalonado por caballos.
Tiempo después en una visita fortuita al Museo Británico, corrió despavorida al ver las estatuas egipcias que se exhibían al público; se postró ante su grandeza, acarició con ternura de huérfana las momias milenarias que se exhibían en cofres de cristal, derramó lágrimas sinceras de nostalgia al ver a sus antepasados atrapados en la rigidez inexpresiva y pétrea de los tiempos, les gritó a todos que se encontraba entre su gente.
Ante la mirada atónita de sus padres que asociaron aquella extraña expresión como una secuela del accidente de las escaleras que había dejado a su pequeña despojada de la razón, extraviada en las brumas de una locura temprana que se expresaba con delirios de reencarnada.
Le repetía a sus padres que ese no era su lugar, que ellos no eran sus padres verdaderos, que su sitio estaba en los paisajes oníricos de sus noches en dónde transitaba grandiosa en su anterior existencia de sacerdotisa de Osiris y amante del gran Seti.
Cuando estalla la primera guerra mundial la refugian en la seguridad de la campiña londinense, en ese sitio encuentra libros de tratados egipcios en dónde reconoce los templos de sus sueños, sus alucinaciones febriles aumentan y va a parar a sanatorios mentales de locos sin remedio.
La lucidez de sus afirmaciones y los argumentos precisos de sus juicios sorprenden a los psiquiatras que la declaran lúcida.
En sus tiempos escolares confronta con firmeza a sus maestros cuando le hablan del único Dios de los cristianos, afirma con decisión que los únicos dioses verdaderos son los del panteón Egipcio. Nunca más asistiría a un centro académico; no lo necesitaba, sus recuerdos estaban impregnados de la sabiduría eterna de la más antigua de las civilizaciones; podía interpretar sin esfuerzos los complejos jeroglíficos y extraer de su orden los fonemas que hablaban los faraones.
El mismo destino y sus ímpetus de repatriación la llevaron de nuevo a su Egipto ancestral.
Al llegar casada con un egipcio a quien uso como trampolín para establecerse en aquella tierra de sus orígenes; tuvo un hijo a quien llamó Seti, se cambió su nombre de inglesa y se hizo llamar Omm Seti, que quiere decir la madre de Seti, siguiendo la costumbre de las madres egipcias.
Trabajó al lado de los más grandes arqueólogos de su época, quienes sorprendidos la veían indicarles con exactitud los sitios en dónde se encontraban los jardines extraviados por las arenas del tiempo, les señalaba las cuevas en dónde estaban las momias ocultas por milenios, esperándola solo a ella para ver la luz de los nuevos tiempos.
Interpretaba con precisión los mensajes en los jeroglíficos sin tener la más mínima formación académica sobre egiptología, se convirtió en la más grande ayuda para los arqueólogos que desenterraban las tumbas que jamás hubieran sido encontradas sin la ayuda de aquella reencarnada de otros tiempos que regresaba en otro cuerpo solo con la misión de sorprenderlos con la precisión de sus recuerdos.
Omm Seti, se fue a vivir muy cerca al templo de Osiris en Abydos, vivió allí hasta su muerte, vivía sola en compañía de una cobra domesticada que contenía sus impulsos salvajes ante el aura santificada de la mujer que hacía libaciones a los dioses con incienso y vino, siguiendo la costumbre de las mujeres adoradoras de Isis.
Era Seti un Viajero del tiempo y del espacio que hacía dibujar helicópteros, naves de apariencia supersónica en los dinteles de los templos egipcios.
Son muchas las personas que dicen recordar sus vidas anteriores, pero Omm Seti, ha sido quien mejor ha sustentado la teoría de la metempsicosis, difundida por los pitagóricos y más tarde tomada por Platón en sus postulados.
El alma no aprende, solo recuerda, así se puede leer en sus diálogos.
Fascinante!
ResponderBorrarExcelente
BorrarClaro que el alma aprende
ResponderBorrarInteresante relato. Gracias.
ResponderBorrarexelente
ResponderBorrarExcelente crónica gracias por compartir
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