Apolonio de Tiana, el otro Cristo olvidado.
No nació en Nazaret en las prisas de un parto anticipado, sino en las verdes praderas de Tiana, en la actual Turquía. No nació en medio del heno de un pesebre judío, sino en medio del lino inmaculado de una familia aristocrática del reino de Capadocia.
Casi a la misma edad, en que el Cristo deslumbró con su sabiduría a los maestros de la ley, en sus tres días perdido en la fiesta de pascua en Jerusalén, cuando sus padres lo encontraron en el templo debatiendo la jurisprudencia judía con los doctos legisladores; a esa misma edad Apolonio de Tiana, renunció a su inmensa fortuna familiar y se hizo asceta en el templo del dios Esculapio sorprendiendo a todos los asistentes con su precoz sabiduría.
El joven Apolonio a 16 años se hizo pitagórico, renunciando a ingerir carnes, aduciendo que hace espeso al espíritu, entorpeciendo las funciones superiores del alma.
Apolonio de Tiana no espero bautizos purificadores, ni proclamas celestiales para iniciar su vida de iluminado, sino que su apostolado comenzó desde sus años nuevos; fue admirado por los brahmanes en la India, los magos de Persia se rindieron a su grandeza, los sacerdotes egipcios acogieron sus enseñanzas, en Éfeso realizó milagros y sanaciones, en Esmirna les hablo a la multitud que para ser santo había que renunciar a todo lo material y que la única posesión del hombre deben ser sus sandalias de corteza y un modesto manto de lino; en la Roma imperial detuvo un cortejo, y en medio de todos resucitó a una niña que se levantó despavorida en medio del asombro público; ridiculizó al malvado Nerón en medio de sus aduladores; Vespasiano, que lo había conocido expulsando demonios y regresándole la luz a los ciegos en las estrechas calles de la mítica Alejandría, lo hizo su consejero cuando se coronó emperador. El pueblo de Roma veía sin inmutarse al gran mago abrir a voluntad las puertas que impedían su paso, lo veían levitar y alcanzar los ventanales con una gracia angelical; atónitos veían caminar a los tullidos con el poderoso influjo de sus manos milagrosas; escucharon el crujir de los clavos y el estrépito de los barrotes al caer, cuando Nerón tubo la mala idea de apresarlo el día que lo ridiculizó en público cuando trato de interpretar el arpa con su mala voz de becerro.
En el reinado de Domiciano fue acusado de mago y Hierofante; desterrado de Roma, murió al poco tiempo, encadenado y con grilletes, fue rapado como Sansón para prevenir suicidios bíblicos.
Apolonio nunca quiso poner la primera piedra de una iglesia venidera; ni designó apóstoles errantes para propagar su gesta libertaria en contra del pecado.
Sus acciones milagrosas eran similares al Jesús Galileo. Fueron dos hombres que predicaron los mismos principios morales y éticos que convierten a los hombres en santos y le anuncian el advenimiento de la vida eterna, ambos se presentaron vencedores ante la muerte cuando sus cuerpos fueron expuestos inmaculados por la gracia purificadora de la resurrección; sus seguidores más íntimos contemplaron el regreso de los iluminados que vencieron la fría penumbra de sus sepulcros.
Apolonio es el Cristo pagano al cual no se le erigieron catedrales en su nombre, ni evangelios póstumos que más tarde santificaran su nombre exaltando su naturaleza divina, tal vez porque sus acciones fueron más terrenales y su historia más ligada al poder humano de los emperadores; quienes algunas veces lo tomaron como redentor y otras como rufián.
Excelente trabajo
ResponderBorrarbuena historia
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