De la levitacion y otros santos voladores.

 

El caso más conocido es el de José María Desa; nació en Cupertino, Lecce, el 17 de junio de 1603.

Tenia la facultad de elevarse por los aires a voluntad; sus fieles se sorprendían cuando se elevaba suspendido entre las ramas de los árboles y las cupulas de las iglesias, provocando la estampida de las palomas que hacían sus nidos en las vigas de los techos y que salían despavoridas por causa del advenedizo que invadía con sus vuelos místicos la paz de sus alturas.

 José de Cupertino no era el único santo cristiano de desafiaba a la gravedad, también lo hicieron  otros santos católicos como  San Francisco de Asís, Santo Tomás de Aquino, Santo Domingo Savio, Santa Catalina de Siena, San Felipe Neri, San Pedro de Alcántara, San Francisco Javier, San Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Esteban I de Hungría.  

Pero como puede un hombre vencer la férrea tiranía de una de las cuatro fuerzas que moldean al universo; La luz que es una onda inmaterial que sucumbe sin resistencia ante los gigantescos campos gravitatorios, quedando atrapada para siempre en los siniestros entramados de los agujeros negros.  Sin la gravedad no existirían las estrellas, ni el tejido cerebral de los humanos que es capaz de generar pensamiento escrutador; ni mucho menos la luz resiste los impetus inquebrantables de la gravedad. Como es posible que un imperfecto humano aun sin concluir, ponga en ridículo, la férrea   soberanía universal de la más importante de las fuerzas que nos obliga a andar siempre con los pies sobre la tierra.

San Francisco de Asís, que también padecía los estigmas de la pasión del Cristo, ascendía en sus éxtasis y la gente lo podía ver flotar en sus homilías, sin que su rostro adquiriera la expresión de espanto que tienen quienes violan lo natural; si no que su aptitud conservaba la serenidad de quienes a voluntad transgreden el rígido orden universal que condena a la materia a estar unida.

Algunas personas cuando duermen se convierten en crisálidas y experimentan la ingravidez de su naturaleza, se sienten flotar en un universo onírico desprovisto del reino gravitatorio que nos martiriza con la sentencia de estar por siempre sujetos a la tierra, nos sentimos flotar y victoriosos nos desplazamos por los recónditos caminos sin trazado que inundan nuestros sueños libertarios, nos vemos a si mismos sin pies, porque en el mundo de los sueños no los necesitamos; de ahí que siempre los fantasmas se hacen visibles sin los suyos; como San José de Cupertino también levitamos a voluntad, solo que no lo hacemos en el sagrado ámbito de las catedrales, ni en la serena paz de los monasterios, sino en la sorprendente fantasía de nuestros sueños lucidos.

En los manuales de exorcismos católicos se incluye a la levitación como el principal signo de la presencia diabólica en un poseso; de ahí que la inquisición y las autoridades eclesiásticas siempre ven con desconfianza las manifestaciones levitatorias y quienes la padecen son vistos como energúmenos que tienen que ser empalizados y quemados en público por sus tribunales; pasó con San José de Cupertino en los mismos tiempos incendiarios de Galileo; el Padre Pio también padeció el juicio ígneo de la iglesia que siempre lo vió como un poseído,  con sus estigmas sangrantes y sus vuelos en plena homilía que espantaban a las palomas y sorprendían a todos los fieles cuando caminaba sin espavientos por sobre las cabezas de los recién bautizados.

 Los destacados miembros de la sociedad londinense fueron testigos, el 16 de diciembre de 1868, de un incidente tan extraordinario que aún sigue provocando controversias. 

El vizconde Adare, el señor Lindsay y el capitán Wynne contemplaron cómo el famoso médium Daniel Dunglas Home,  elevarse por los aires, salía flotando por una ventana de la casa, se encontraban en Londres, a la vista de un numeroso público que lo animaba con gritos de carnaval, entraba también flotando, por otra, a unos 24 metros  de altura, sus vecinos afirmaban que el vaporoso Hume no usaba las escaleras de su casa y que no  cargaba llaves de las puertas,  porque lo veían entrar y salir por los ventanales siempre abiertos,  con la misma  naturalidad que tienen los pájaros al salir de sus nidos.  D.D. Home se hizo famoso sobre todo por sus levitaciones, arte que ejercía sobre sí mismo y sobre otros objetos; en una ocasión, un piano de cola-; pero no fue el único que gozó de la «imposible» capacidad de desafiar la ley de gravedad, no era un místico ni mucho menos un hombre santificado por la fe, era un hombre común y corriente que solía usar los trazados imaginarios de sus caminos etéreos y no las adoquinadas calles londinenses.   

Cientos de personas habían visto levitar a Home en salones de América y Europa. No tenían ninguna duda de que las levitaciones que habían observado eran totalmente genuinas, fenómenos inexplicables realizados en publico como un acto circense en donde la gente terminó al final sin sorprenderse y tomar los viajes de Home como algo tan natural que ni siquiera las golondrinas de los ventanales se sorprendían cuando el ingrávido personaje se paseaba muy cerca de sus nidos.  Home no solo era un ingrávido, sino que hacia sonar las campanas de las iglesias a su paso, abría y cerraba los ventanales, las puertas de las casas se abrian a su paso en una danza de visagras desprendidas y ceraduras vencidas que se salian de sus marcos en medio de un rechinar de hierros vencidos, convirtia su llegada  en una danza de objetos que cobraban vida propia solo con la presencia perturbadora del hombre que violaba todas las leyes establecidas.

El cristo caminó sobre las aguas en presencia de sus seguidores, lo hizo porque la santidad de su cuerpo le impedía someterse a la pesadez de los demás mortales; conservaba en su naturaleza la ingravidez de los durmientes; podía a voluntad violar el dictamen del universo y convertirse cada vez que podía en un ser, que no era de este mundo, en donde todos estamos condenados por siempre a andar con los pies sobre la tierra.

  

Comentarios

  1. Me encanto yo a veces sueño volar y siento una transformación en mi rostro se me paraliza el cuerpo pero siento que estoy flotando dando vueltas en un vacío

    ResponderBorrar
  2. He salido al astral varias veces, tengo tiempo que no, hago ayunos, oraciones, pero nada, saludos

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Los empalamientos del Salado.

Los exquisitos embutidos de carne humana que se vendían en Bogotá.

De Los eunucos y otras infamias.