“Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. 12 Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista. (Jesús de Nazareth).”
En los cuentos proscritos el agorero de Clemencia, tiene la facultad de rencarnar en otros cuerpos a través de su larga existencia.
Tenia la propiedad de recordar los recuerdos de todas sus vidas anteriores, hablaba todas lenguas vivas o muertas.
En los cuentos proscritos la realidad supera la ficción ya que la historia está basada en la vida de un personaje real engrandecido por la magia y la belleza que existe en la literatura.
El hombre, por su naturaleza terrenal está protegido por el olvido que lo libra de recordar la tragedia de sus muchas vidas anteriores y la angustia que representa mantenerse vivo en los escabrosos retos que le imponen los inciertos designios de su destino; la acción liberadora que viene con la muerte despoja al hombre de toda memoria para convertirlo de nuevo en un papel en blanco, en una nueva página que se escribirá con las nuevas vivencias de antemano trazadas. Él. que tenía la facultad de reencarnarse en otros cuerpos y había experimentado la transformación renovadora de continuar existiendo, sin estar vivo, sabía que se aproximaba el momento de morir, lo presentía porque lo invadían las necesidades repetitivas que tienen los vivos; por primera vez en mucho tiempo, su maltratado cuerpo experimentaba la imperiosa necesidad de alimentarse, signo inequívoco que la fragilidad de sus miserias corporales que sucumbían ante el impulso cambiante y transformador de todo lo que existe sobre la tierra.
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