Solo tenia doce años cuando el abuelo se fue.
Pero siguió conmigo cuando se me presentaba más vivo que nunca en mis sueños, con la misma ternura que me inspiraba su presencia y la seguridad que me transmitía su regazo; Los sueños son el único artilugio con que cuentan los que se van para siempre, para continuar acompañándonos hasta que ellos consideran que podemos sobrellevar nuestras vidas sin su presencia.
Aquellos que la muerte separa de nuestra presencia saben que nos dejan sin sus abrazos; sin sus besos al despertar, sin las sonrisas cuando nos ven llegar.
Quien se va conoce la tragedia de quien se queda, es difícil continuar sin ellos, ese vacío duele porque ya no tienes a quien te señale tu norte y te pierdes en tempestuoso mar de quienes navegan a la deriva.
Hoy los seminaristas están tristes.
Uno de nosotros sufre los estragos que llegan con la ausencia.
Un hombre bueno le dirá adiós a la mujer de su vida, a la madre de sus hijos, que tuvo que irse cuando ellos más la necesitaban.
Héctor se fue tu Luz y con ella tu sonrisa.
Estoy seguro que instantes antes de partir te recomendó la suerte de sus hijos, los testimonios vivos del infinito amor que siempre los unió.
Te toca ahora ser madre y padre y sobrellevar la ausencia de tu Luz con doble esfuerzo.
Continua tu vida ahora con mayor fortaleza y decisión porque no quedaste solo. Tu Luz te dejo sus mejores regalos.
Te recuerdo hoy hermanito, pero no en medio de tu tragedia sino cuando corríamos felices por el agreste camino que nos conducía a la finca de Pedro Quinto.
Un abrazo te quiero mucho.
Solo le pido a la vida que sigas soñando con tu divina Luz; La hermosa mujer que se te apareció en tu vida con el único propósito de hacerte feliz.
Eres un ser sencible y lleno de virtudes por tus seres queridos y amigos q a veces o muchas veces escondes en tu alma.
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