Las ordalías, los juicios de Dios.
Las primeras ordalías surgieron en la temprana edad media, después que el derecho romano fue reemplazado por los tribunales eclesiásticos. Fueron los duelos a muerte entre nobles las primeras ordalías que se presentaron para dirimir las diferencias y pleitos presentados, las autoridades y los querellantes estaban convencidos que en medio del fragor del combate, Dios inundaba de vitalidad y agilidad al inocente, quien aún con la sangre del vencido en sus manos, era ungido por los sacerdotes como inocente y al muerto como culpable. Dios no solo actuaba como rígido juez, sino como verdugo en un juicio de pocos minutos; se ignoraba que el vencedor era el más fuerte y dúctil en el manejo de las armas, se creía que era el receptor de los favores divinos que impregnaba al vencedor con movimientos ágiles y puñaladas certeras que lograba eliminar al ofendido querellante quien certificaba con su muerte el fallo divino. Luego aparecieron las ordalías de los panes y los quesos. En las iglesias